Page 695 - El Jugador - Iain M. Banks
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El Emperador dejó escapar una carcajada y volvió la
cabeza hacia los lejanos reflejos de aquel incendio que
abarcaba todo un continente y que aún no había
emergido por encima del horizonte. La risa fue
debilitándose hasta acabar convertida en una especie de
tos. Nicosar alzó una mano y la movió de un lado a otro.
‐‐Nunca lo comprenderéis. Lo único que conseguiréis
será que os utilicen. ‐‐Meneó la cabeza. Gurgeh apenas si
pudo distinguir el gesto en la oscuridad‐‐. Regresa a tu
habitación, morat. Te veré por la mañana. ‐‐El rostro‐luna
se volvió hacia el horizonte y los reflejos rojizos del
incendio que teñían la parte inferior de las nubes‐‐. El
incendio ya debería haber llegado para entonces.
Gurgeh esperó unos momentos antes de levantarse
del banco. Era como si ya se hubiese ido. El Emperador
ya le había despedido y se había olvidado de él, y Gurgeh
hasta tuvo la vaga impresión de que sus últimas palabras
no iban dirigidas a Gurgeh.
Gurgeh se puso en pie sin hacer ningún ruido y volvió
a la penumbra de la torre. Los dos guardias seguían
inmóviles con expresión impasible, uno a cada lado de la
puerta. Gurgeh alzó los ojos y vio a Nicosar inmóvil junto
al parapeto. Sus pálidas manos seguían tensas sobre la
fría piedra. Le observó en silencio durante unos
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