Page 720 - El Jugador - Iain M. Banks
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ennegrecido  y  algunos  tramos  se  habían  derrumbado

            dejando grandes brechas.


                  El  castillo  parecía  tan  maltrecho  como  si  hubiese

            soportado  un  asedio  muy  prolongado.  Unas  cuantas

            torres  se  habían  derrumbado  y  muchos  apartamentos,


            edificios de  oficinas  y salones  habían perdido el  techo.

            Las ventanas calcinadas por las llamas sólo mostraban el

            vacío  que  había  detrás  de  ellas.  Gruesas  columnas  de


            humo           brotaban             perezosamente                  de        las       ruinas

            enroscándose  sobre  sí  mismas  como  palos  de  bandera

            diseñados  por  un  artista  amante  de  las  extravagancias

            hasta  llegar  a  las  cimas  de  las  torres  y  baluartes  que


            seguían  en  pie,  donde  el  viento  las  atrapaba  para

            convertirlas en banderas y estandartes.

                  Gurgeh  caminó  sobre  la  blanda  nevada  de  hollín

            negro hasta llegar a los ventanales del salón. Sus pies no


            hacían  ningún  ruido.  Los  copos  de  hollín  le  hicieron

            estornudar, y le escocían los ojos. Entró en el salón.

                  Las piedras aún no se habían desprendido del calor de


            las llamas. El salón era como un gigantesco horno sumido

            en las tinieblas. Los restos deformados del tablero yacían

            entre las vigas y los cascotes. Su arco iris de colores había


            quedado reducido al gris y el negro, y los levantamientos

            y ondulaciones creados por las llamas habían despojado






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