Page 722 - El Jugador - Iain M. Banks
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medio derretir aún conservaba los soportes que habían
sostenido la joya, pero la piedra había desaparecido. El
soporte parecía un cráter irregular pegado al metal.
Gurgeh contempló el anillo en silencio durante unos
momentos, sopló sobre él para quitarle la ceniza y lo hizo
girar unas cuantas veces entre sus dedos. Después volvió
a dejarlo sobre el montoncito de polvo. Se quedó inmóvil
como si no supiera qué hacer y acabó metiendo la mano
en el bolsillo de su chaqueta. Sacó el brazalete Orbital y lo
colocó sobre el pequeño cono de polvo gris. Después se
quitó los dos anillos detectores de venenos y los colocó
junto al brazalete. Recogió un puñado de cenizas calientes
con la palma de la mano y lo contempló en silencio.
‐‐Buenos días, Jernau Gurgeh.
Gurgeh giró sobre sí mismo, se puso en pie y metió la
mano en el bolsillo de su chaqueta tan deprisa como si le
hubieran sorprendido haciendo algo vergonzoso. El
diminuto cuerpo blanco de Flere‐Imsaho entró flotando
por la ventana. La pequeñez de sus dimensiones, su
limpieza y la exactitud de sus líneas resultaban
extrañamente incongruentes en aquel reino de metales
fundidos y madera calcinada. Un objeto gris que tendría
el tamaño del dedo de un bebé salió despedido del suelo
cerca de los pies de Gurgeh y flotó hacia la unidad.
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