Page 715 - El Jugador - Iain M. Banks
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‐‐Ja, ja, ja.
La carcajada retumbó por todo el salón ahogando el
rugir del viento.
Nicosar arrojó la empuñadura de la espada al rostro
de Gurgeh. Un campo verde y amarillo la detuvo y la hizo
volver por donde había venido. El Emperador se agachó
con el tiempo justo de esquivarla. Nicosar se tambaleó
sobre el tablero envuelto en una tempestad de humo y
hojas que giraban locamente. Los arbustos cenicientos
oscilaban de un lado a otro; el implacable avance del
muro de llamas que se alzaba sobre sus copas creaba
destellos de cegadora claridad blanca y amarilla que
emergían por entre sus troncos.
‐‐¡Gurgeh! ‐‐gritó Flere‐Imsaho apareciendo de
repente delante de su cara‐‐. Quédate lo más encogido
posible y hazte una bola. ¡Ahora!
Gurgeh hizo lo que le decía. Se acuclilló sobre el suelo
y se envolvió el cuerpo con los brazos. La unidad se puso
encima de él y Gurgeh vio el resplandor neblinoso del
campo energético con que le envolvió.
El muro de arbustos cenicientos se estaba
desintegrando. Los chorros de llamas se abrían paso por
entre los troncos haciéndolos temblar y arrancándolos del
suelo. El calor era tan intenso que Gurgeh sintió como si
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