Page 198 - La Nave - Tomas Salvador
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—He  tenido  mucha  paciencia,  Ylus.  Se  me  está


            acabando.  Yo  quiero  salvar  a  la  patria,  aunque


            vosotros,  entregados  al  placer,  os  neguéis.  Algún


            día mandaré mis hombres contra vosotros y seré el


            único padre de las familias.



               Ylus, tristemente, dijo:



               —Te creo, Kalr. Siempre los que eran más fuertes


            se han creído los mejores. Mandarás a tus hombres


            y  nos  matarás,  para  quedarte  solo.  Pero  con  ello



            destruirás  la  raza  wit,  que  somos  nosotros,  este


            equilibrio de alegría, luz, respeto a los muertos y


            curiosidad por el pasado. Puedes hacerlo, si quieres,


            Kalr; pero sabe que la sangre trae sangre y el odio


            sólo engendra odio. La fuerza nunca ha sido una


            razón.  Las  armas  que  tú  tienes  las  hemos  hecho


            nosotros,  Luxi  con  su  luz  de  fuego,  yo  con  mis


            símbolos  y  Elio  con  sus  materiales  que  él  llama


            tesoros. Y tus heridos los cuida Hipo y los entretiene



            Brisco.



               —¡Déjame en paz!


               —¡Déjale, Ylus! Es un fanfarria. A sus soldados los


            desarman  mis  mujeres...,  en...  ¿cuántos  asaltos,



            Kalr? Jo, jo, jo, jo...



               Las carcajadas, el rasgo más acentuado de los wit,


            el resorte que siempre saltaba cuando menos se lo


            esperaba,  brotó  de  nuevo.  Irreprimible,  violento,


            pleno. Los padres de las familias reían como si en


                                                                                                           198
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