Page 200 - La Nave - Tomas Salvador
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—Te escucho y entiendo, Shim, del mismo modo
que entiendo a los padres de las familias sin
escucharles. Tú, Shim, acabarás comprendiendo a
los wit; pero no hasta que te olvides de que eres un
kros. Un wit es sincero cuando te habla así. Un wit
no razona con lógica. Ya te lo he dicho: piensa con
el corazón. Son como niños, Shim; yo mismo, que
soy clase sirviente de los kros, tengo más
inteligencia que ellos. Pero, ¡cuidado!, no es
necesario decirlo o aparentarlo. Un wit no quiere
que nadie le diga que es superior a él. Si le dejas la
creencia de que eres inferior, no importa que seas
superior. Yo soy inferior porque no veo. Por ello, y
porque amo a una mujer blanca, me quieren...
—¿Me quieres de verdad, Abul?
—Te quiero, Dina. Tú eres la luz de mis ojos y el
aire de mi boca. Te quiero, Dina; tú eres el calor que
me alegra en los sueños helados y el frío que aparta
mis sudores. Te quiero, Dina; pero ahora déjame
hablar con Shim. ¿No ves que lo necesita?
—¡Malo! También necesita comer. Vamos, Shim,
abre la boca.
—No quiero comer, Dina.
—¡Tienes que comer! Bastante trabajo tengo
atendiendo a dos negros estropeados para que
encima digas que no. ¡Abre la boca!
—Dina, ¿por qué no dejas que lo haga Alan? Es su
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