Page 214 - La Nave - Tomas Salvador
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—Vamos fuera, Ylus; estoy cansado.



               Ylus,  impaciente  y  al  borde  de  la  ira,  estuvo  a


            punto de responder groseramente; pero se aguantó


            y se adelantó hacia la salida. Fuera, les aguardaban


            los ruidos, olores y vibraciones tan conocidos, y tan


            amados,  aunque  poco  antes  le  hubiera  parecido


            mentira.  En  aquel  instante,  junto  a  la  entrada  del


            edificio,  adelantó  más  en  su  adaptación  que  en



            todos los días anteriores. Hizo lo que nunca había


            hecho, lo que creía no poder hacer. Pasó su brazo


            por el hombro de Ylus. Y.dijo:



               —Perdona,  Ylus;  pero  todavía  soy  kros.  Tengo


            piernas, ojos y pulmones más débiles que los tuyos.


            Mi  cabeza  es  fuerte,  pero  también  está  cansada.


            Pero  puedo  decirte  que  tus  símbolos  son  muy


            importantes y que puedes estar orgulloso de que tu


            familia haya sabido apreciar su valor.



               El elogio enterneció al anciano, pues infló el pecho


            con orgullo.



               Levantó su mano hasta tocar el brazo amigo y dijo:



               —Te comprendo. Ven a mi cámara y descansarás.


            Podré darte comida y una bebida que alegrará tu


            corazón.



               La cámara de Ylus era amplia, situada junto a una


            rampa,  desde  la  cual  se  divisaba  todo  un  nivel


            horizontal  de  la  Nave.  La  avenida  estaba  bien



            alumbrada, con luces eternas. Pero la cámara no las

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