Page 215 - La Nave - Tomas Salvador
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tenía.  Tenía,  en  cambio,  multitud  de  luces


            pequeñas,  no  ya  cilindros,  sino  tacitas  pequeñas,


            colocadas a lo largo de las paredes. Telas y planchas


            decoraban los muros, incluso dividían el espacio en


            otros  menores.  Por  el  suelo,  multitud  de  lechos,



            almohadones,  utensilios  desconocidos.  Muchos


            niños  y  mujeres,  pero  mantenidos  a  respetuosa


            distancia.  Observó  que  sus  niños.  Alan  y  Tomi,


            querían acercarse y no podían, obstaculizados por


            otros  infantes.  Entre  todos  promovían  un  ruido


            sofocado, pero entrañablemente humano.



               —¡Mujeres —gritó Ylus—, comida y bebida para


            nuestro hermano! Y tú, Shim, siéntate.



               Obedeció,  sentándose  en  un  cómodo  semilecho.


            Observó las luces. Comprendía su pueril empeño,


            pero todavía seguía sin comprender cómo los wit


            habían dominado la luz. Dijo:



               —Hay  cámaras  con  luz  fría,  Ylus.  ¿Por  qué  no


            vives allí?



               —Nos gusta más la luz caliente, Shim. Se puede


            apagar cuando se quiere. Basta soplar.



               Y  comenzó  a  reír,  secundado  por  las  mujeres  y


            niños. Sin duda, otra faceta del humor wit. Calló y



            reposó hasta que varias mujeres se acercaron con


            unas escudillas. Una voz, que reconoció como la de


            Sad, le dijo:



               —¿Quieres la comida de mi mano?

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