Page 216 - La Nave - Tomas Salvador
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—Quiero, Sad.



               Ylus, como si recordara algo, dijo, al tiempo que


            tomaba los brazos de su amigo:



               —No podremos hacerte crecer las manos, Shim,


            porque  ni  Elio  ni  Mons  tienen  esa  magia.  Pero


            podríamos  ponerte  en  su  lugar  algo  que  te


            permitiría                 tomar             cosas            de          poco            peso.


            Recuérdamelo,  si  es  que  quieres  volver  a  tener


            largos los miembros.



               El asombro le hizo dar un salto.



               —¿Podrías hacerlo?



               —Yo,  no;  pero  Elio  siempre  fantasea  con  sus


            tesoros,  y  el  charlatán  de  Hipo  siempre  está


            alardeando de que sus curanderos son los wit más


            importantes de las cuevas. Kalr, el guerrero, te diría


            que te pusieses ahí un hierro afilado. En realidad,



            todos te dirían algo.



               —¿Y tú? ¿Qué me darías tú?


               —Te  pondría  en  la  mano  una  luz  para  que


            estudiases mis símbolos. No hables ahora. Bebe.



               Y  le  ofreció  una  bebida  oscura.  Bebió.  Era



            agradable  y  reconfortante.  Sintió  cómo  sus


            fatigados pulmones agradecían la ayuda, y cómo su


            corazón espaciaba las pulsaciones.



               —¿Qué tiene la bebida que me has dado, Ylus?



               —Agua, miel y hojas de efedra. Hay un jardín de


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