Page 286 - La Nave - Tomas Salvador
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—Los antepasados tenían muchos secretos, Shim;


            diciéndome eso no me descubres nada nuevo.



               —Ven conmigo. Tú solo. Y trae un falux.



               Luxi, perplejo, obedeció. En el corredor, le dijo:



               —Despide  a  todos  y  prohibe  que  nos  sigan.  Y


            luego llévame a una cámara deshabitada y que haya


            perdido la luz de los antepasados.



               Luxi rechazó vivamente a los niños y adultos que


            intentaban seguirles y luego precedió a su huésped


            por  una  intrincada  red  de  escaleras,  azoteas  y


            túneles, hasta llegar fuera de los límites de la tribu.



               —Aquí  mismo  —indicó  Luxi,  señalando  una


            cámara‐habitación,  que  tenía  un  número  en  la


            puerta.



               Entraron  en  la  cámara.  La  luz  caliente  del  falux


            alumbraba  débilmente  la  estancia,  de  grandes


            proporciones. Pero una vez dentro sintió vacilar su



            fe. El temor a un posible fracaso le conturbó de tal


            manera que se sintió desamparado, ridículo. Había


            obrado con evidente precipitación y sintió ganas de


            abandonar  la  experiencia.  Se  contuvo  con  un


            esfuerzo.  Le  dolía  la  cabeza,  reflexionando.  La


            mejor  solución,  la  única,  era  inducir  a  Luxi,


            predispuesto  para  ello,  a  creer  que  su  acción  era


            sobrenatural,  debida  a  los  espíritus  de  los


            antepasados.  Y  hasta  era  posible  que  lo  fuera



            verdaderamente...

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