Page 293 - La Nave - Tomas Salvador
P. 293
cámaras alumbradas que iban quedando en las
cubiertas interiores, en la poca duración de sus
vidas en contraste con el estallido vigoroso de su
juventud.
Luxi le había explicado que los falux habían sido
descubiertos casualmente tres generaciones antes,
por un antepasado que dejó un trapo abandonado
junto a un cojinete; aunque los servomecanismos (la
deducción era suya) tenían circuitos automáticos de
control cuando alguna pieza se recalentaba, aquel
día el trapo se había encendido; el wit lo sacó y
arrojó a una cubeta de grasa, quedando sofocado el
fuego, pero endurecido el tejido. Más tarde,
casualmente, otra vez, una mujer lo había usado
para remover los hierros al rojo que usaban para
preparar la comida. Y el tejido había ardido,
despacio, durando cuatro o cinco veces más que
otros tejidos quemados. Así empezó, y luego, en
incontables sueños, las pruebas, una y otra vez,
hasta encontrar la forma de que la grasa se adhiriera
al tejido, hasta solidificar la grasa, hasta redondear
los cilindros. Las mujeres se reían y aplicaban al
esfuerzo de sus hombres el sentido fálico que sabían
los diferenciaba y los unía. El falux era calor y luz,
alegría y consuelo. Indudablemente, los
antepasados no habían considerado la posibilidad
de que su luz, luz actínica, obtenida
293

