Page 295 - La Nave - Tomas Salvador
P. 295

descubierto  por  los  wit,  que  apagaban  sus  falux


            cuando  no  los  necesitaban—  tenían  que  haber


            considerado  la  posibilidad  de  encender  y  apagar


            sus luces. Y así era. La instalación estaba oculta en


            las  múltiples  formas  ornamentales,  limpias  y



            lineales  como  ángulos  abiertos,  y  la  voluntad  de


            utilizar o no el alumbrado quedaba delegada en la


            única parte visible de la instalación: un cuadrado en


            la pared, casi siempre junto a las puertas de entrada,


            apenas una plaqueta, un tono de color más oscuro o


            más  claro,  que  respondía  al  simple  tacto.  Tan


            elemental  como  aspirar  el  aire.  Sin  embargo,  los


            hombres de la Nave lo habían olvidado. ¿Acaso no


            habían olvidado también que respiraban? Era fácil,



            y  terrible  al  mismo  tiempo,  imaginarse  el  feroz


            abandono  de  aquellos  seres  de  las  primeras


            generaciones,  buscando  instintivamente  la  luz,


            dejando la luz siempre encendida, siempre presente


            como  una  ligadura  a  un  pasado  cada  vez  más


            lejano;  era  fácil  y  terrible  imaginarse  la  hermosa,


            pero  feroz  luz  de  los  antepasados  dejando  sin



            sombras ni matices los corredores, y, en ellos, los


            humanos deambulando. Y luego, con el transcurso


            del  tiempo,  un  tacto  equivocado,  un  golpe


            cualquiera... Era más fácil ir a la cámara vecina, era


            más fácil huir...









                                                                                                           295
   290   291   292   293   294   295   296   297   298   299   300