Page 30 - La Nave - Tomas Salvador
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que me precedieron.



               Y  me  duele  la  pobreza  de  mi  fuente.  Ignoro  —


            quizás algún día me atreva a mirarlo— cuál era la


            medida expresiva de mis antecesores, o cuáles eran


            sus  problemas.  Pero  conozco  bien  nuestra  pobre


            existencia  anterior.  El  viaje  por  la  Nave,  con  los


            nuevos ojos, me lo está empezando a decir, a gritar


            en cada uno de nosotros y en cada una de sus viejas



            galerías. Nuestro idioma es pobre. He contado las


            palabras  que  un  habitante  cualquiera  de  la  Nave


            emplea para sus contactos personales, incluso en las


            épocas de celo, y apenas he encontrado vez y media


            el  múltiplo  de  diez.  Yo,  Shim,  sé  muchas  más,


            porque  el  hombre  de Letras  XXII,  Jo,  dedicó diez


            ciclos  a  enseñarme;  pero  incluso  con  mi  superior



            educación  estoy  sufriendo  para  expresar  mi


            pensamiento,  para  determinar  con  palabras  esta


            mezcla de alegría, miedo, curiosidad y orgullo que


            me invade ante las páginas del Libro.



               Hasta  mis  pensamientos  son  limitados.  Y  sin


            embargo, presiento que los pensamientos me van a


            crecer. Y ¿qué haré, si los pensamientos me crecen,


            con  mis  pocas  palabras?  Pero  creo  que  no  debo


            tener miedo a ello. De una forma u otra, el que ha


            sido  colocado  ante  una  situación,  ha  debido



            resolverla  con  arreglo  a  sus  fuerzas.  Justo  es  que


            dude, justo es que tenga miedo; pero presiento que




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