Page 358 - La Nave - Tomas Salvador
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Mons bendice y el cortejo viaja. Son muchos y van


            alegres, menos Sad, que llora mientras Dina


            consuela.



               Van con ellos hasta el primer descanso. Se


            despiden


            y la Nave se abre como una fruta rota. Pronto


            cesan


            los adioses y los audaces callan su jactancia.



            Comprenden de repente que todo es diferente,


            que todo está empezando con una nueva fuerza.


            Y temen, y esperan, y miran con ojos de asombro


            temeroso.



               Ya bajan las simas profundas, ya cruzan desiertas


            callejas. ¿Es posible cantar la inmensidad dormida?


            ¿Acaso es aprensible la soledad furiosa? ¡Temed!


            ¡Qué densas las tinieblas! ¡Qué triste la callada


            profundidad perdida! ¡Qué grande la grandeza


            del silencio dormido en la memoria! ¡Callad y



            amad!



               Aunque Shim y Luxi tienen de la luz el secreto,


            apenas lo utilizan. Solamente, para indicar el


            regreso,


            iluminan un punto en la distancia, un hito del


            recuerdo.


            Un nuevo puente nace, una sombra se ahuyenta.


            El Navarca apenas habla, parece obsesionado.


            Atiende a los rumores y rompe las tinieblas.




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