Page 366 - La Nave - Tomas Salvador
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Dijo, y calló. Shim saludó a los ancianos a la


            manera kros, posando la cabeza en el hombro de


            todos,


            con ligera presión. Y fue correspondido. Y luego,


            se juntaron los pueblos. El rico colorido de las



            huestes albinas era un chorro de fuerza en la


            blancura


            kros. Unidos y mezclados, los hombres caminaban.


            La luz de los antiguos alumbraba la escena.







                                11. LA CÁMARA DEL LIBRO



               Delante de la cámara se detuvo el cortejo.


            Los kros acompañantes oprimieron la clave,



            y la puerta se abrió. Shim, en callada alegría,


            ennobleció su sonrisa con el recuerdo amado.


            Levantó luego sus brazos, terminados en garfios,


            y un velo de tristeza atenuó su contento. No era


            un reproche, ni siquiera un lamento; acaso una


            velada


            lección de humanidad, o un sencillo decir: «He


            vuelto.»



               —Yo, Shim, hijo de Kanti y Torna, Hombre de


            Letras



            y nacido en la Nave, me hago cargo del Libro...


               Dijo el Navarca, con palabras extrañas, ausentes


            como el tiempo perdido, en la distancia, profundas



            como el eco de las más tristes cavernas, pueriles

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