Page 82 - La Nave - Tomas Salvador
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Debo,  pues,  trazarme  una  línea  de  conducta.  En


            primer lugar, el que yo alimente mi curiosidad con


            el Libro no debe obligarme a revelar sus secretos; en


            segundo, el valor convencional de lo que aprenda


            debe reducirse a los exactos límites de su utilidad a



            nuestra  comunidad.  Consecuentemente,  debo


            obligarme a una apretada síntesis, debo obligarme


            al secreto, debo obligarme a repetirme solamente en


            aquello cuya utilidad sea manifiesta.



               Voy, pues, a dedicarme a desentrañar el misterio


            del Libro, que es tanto como decir el misterio de la


            Nave.  Ignoro  lo  que  voy  a  sacar  de  ello;


            posiblemente tristeza, frustraciones y desencantos.


            Como fuere, mi decisión es firme. No puedo dejar


            que  mi  raza  siga  abreviando  sus  palabras  hasta



            convertirlas en simples gruñidos. Como Hombre de


            Letras  ha  sido  lo  que  más  me  ha  dolido.  Debo


            evitarlo, conociendo y exponiendo a Mei‐Lum‐Faro


            el resultado que obtenga. Durante un tiempo que no


            puedo  predecir,  estudiaré  el  Libro.  No  anotaré


            ninguna de mis reflexiones o descubrimientos hasta


            tener una idea general. Mientras, seguiré atento a la


            rutina de la Nave. Y en servicio de ella, debo anotar


            que Abul no ha vuelto, que los wit están calmados



            y  que  algunos  adultos  empiezan  a  percibir  la


            claridad  espacial  que  antes  sólo  podían  descubrir


            los muchachos.





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