Page 38 - Triton - Samuel R. Delany
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detuvo..., ¿había sido ella el modelo para el jinete?
Aquellos guanteletes de bronce, aquella falda de piel... La
cabeza más alta estaba a unos sesenta centímetros por
debajo del espejo más bajo.
Algunos de los reunidos se bamboleaban al ritmo de
la canción del invisible cantante.
Acababa apenas de captar la última media docena de
palabras cuando:
—¡Mira...! —susurró, atrayendo hacia él a la mujer—.
¿No es ése el hombre que te golpeó...?
Su compañera frunció el ceño hacia donde él había
señalado con la cabeza (sus hombros se agitaron bajo su
corta capa gris), luego volvió a mirar a Bron (asentando
los hombros) y susurró como respuesta:
—Mira de nuevo, cuando ella se balancee hacia el
fuego...
Él había considerado el «ella» como un desliz de la
lengua, cuando la criatura musculosa con muslos y
brazos cubiertos de vello, revuelto pelo y ojo ulcerado,
bamboleándose entre la docena de otros que se
bamboleaban, cambió el peso de su cuerpo de una a otra
pierna: Bron vio entonces, en los hirsutos pectorales,
cicatrices de lo que podía haber sido una increíblemente
torpe mastectomía. Alguien frente a él dio un paso a un
lado, de modo que una oscilante sombra desapareció:
evidentemente de la misma secta bestial, aunque
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