Page 40 - Triton - Samuel R. Delany
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contrapunto, elevándose por encima de la melodía.

                Los  estremecimientos  lo  invadieron.  Sus  párpados


           temblaron.

                El acróbata, con las piernas abiertas, los hombros y el

           largo pelo echados hacia atrás, el rostro alzado ‐una rala


           barba rojiza asomaba justo debajo de su mentón‐, cantó

           también.


                Las voces se entremezclaron, ascendieron.

                Sintió que sus orejas y su lengua hormigueaban.

                Su cuero cabelludo se erizó de placer.


                Algo estalló en el bidón. Chispas rojas brotaron por

           encima  del  borde,  se  derramaron  sobre  la  gravilla.

           Chispas  blancoazuladas,  arrojadas  hacia  arriba  en  una


           fuente de un metro, dos, cuatro...

                Bron retrocedió.

                —No,  mira...  —murmuró  la  mujer,  empujándole


           hacia delante. Su voz sonaba como si reverberara en una

           enorme cúpula. Maravillado, él alzó la vista.


                ¡La fuente se elevaba a más de siete metros!

                Las  chispas  golpearon  el  hombro  de  la  mujer  en  la

           cuerda.  Oyó  que  estaba  cantando  algo:  «...coma  siete,


           uno, ocho, dos, ocho, uno, cuatro...». Hizo una pausa, se

           echó  a  reír,  se  soltó  de  una  mano  para  sacudirse  las


           chispas.  Por  un  momento  (como  si  recitara  alguna

           mística cuenta atrás), pensó que la imagen de ella en el

           mural se desprendería de él y, aleteando, se alzaría en




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