Page 399 - Triton - Samuel R. Delany
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fue dejado con la desconcertante cuestión —puesto que

           todos  los  divanes  estaban  ocupados—  de  qué  tres


           personas faltaban.

                El  despegue  fue  muy  brusco.  Y  era  una  cabina

           distinta..., o de otro modo las luces azules averiadas de la


           pantalla  de  despegue  habían  sido  reparadas.  Hubo

           conversaciones, risas, chismorrees, todo ello envuelto en


           una cierta tensión.

                Bron se preguntó si todos ellos tenían secretos como

           el suyo. Su permanencia en la celda terrestre había vuelto


           a él con una apremiante claridad en el momento mismo

           en que las puertas de la estancia se cerraron. A las diez

           horas del despegue se dio cuenta de que dudaba ya de si


           la  gente  que  había  creído  que  era  nueva  era  nueva

           después  de  todo.  Nadie  hizo  ninguna  referencia

           particular  relativa  a  ellos,  todo  el  mundo  parecía


           conocerles.  Pero,  cinco  horas  más  tarde,  después  de

           comprobar en la cabina de caída libre, y luego observar a


           los nadadores en la piscina, identificó definitivamente a

           una de las personas que faltaban.

                Tras  volver  a  llenar  su  vaso,  Bron  se  dirigió  al


           pelirrojo que se había mostrado tan charlatán antes.

                El hombrecillo estaba sentado en su diván, sujetando


           su propia bebida en sus huesudos dedos.

                Bron dijo:

                —Por cierto, ¿qué le ocurrió a esa encantadora mujer




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