Page 401 - Triton - Samuel R. Delany
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pequeño tablero de viaje; afortunadamente, ninguna de

           las partidas duró más de cuarenta minutos—. Pero creo


           —explicó  el  pelirrojo  como  para  apaciguarle—que  la

           próxima vez que juegue usted contra alguien descubrirá

           que su propio juego ha mejorado mucho. —Bron había


           reconocido  ya  el  inicio  de  otra  de  aquellas  irritantes

           amistades en las que caía tan frecuentemente cuando caía


           en algún tipo de amistad. El esquema quedó confirmado

           cuando el pelirrojo, en una de sus anécdotas, mencionó

           algo  peculiar  acerca  de  la  vida  en  alguna  comuna


           homosexual  masculina  que  tenía  una  historia  también

           peculiar. Y el pelirrojo, se dio cuenta Bron, era uno de

           esos tipos que ni siquiera te formulaban abiertamente su


           proposición  y  te  proporcionaban  la  satisfacción  de

           decirle que se fuera a joder a otra parte. No era que Bron

           dijera  siempre  que  se  fueran  a  joder  a  otra  parte;  él


           simplemente decía, tan educadamente como permitía la

           situación: No. Un par de veces, cuando era un muchacho


           en  Marte,  alguien  había  tomado  su  cortesía  como  una

           invitación a seguir físicamente adelante, de modo que en

           esta ocasión Bron había tenido que darle un buen codazo


           en las costillas para hacerse entender. (La imagen de la

           Púa, dándole un codazo aquella noche, ¿cuántas noches


           hacía de ello?, en las ruinas de la Tierra, volvió a su mente

           e  hizo  una  mueca.)  Pero  la  insinuación  física ‐

           especialmente  cuando  uno  tiene  una  altura de  más  de




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