Page 54 - Anatema - Neal Stephenson
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resolverían  el  problema  de  formas  distintas.  En  Sante


          Edhar lo hacíamos con la voz.

            En tiempos antiguos, cuando las columnas de mármol de

          los Salones de Orithena todavía se alzaban entre las rocas


          negras de Ecba, justo antes del mediodía todos los teores

          del mundo se congregaban bajo la gran bóveda. Su líder

          (al principio, el propio Adrakhones; más tarde Diax o uno


          de sus filles) se situaba en el analema, esperando a que a

          mediodía el rayo de luz del óculo le pasase por encima:

          clímax celebrado cantando el Anatema a Nuestra Madre


          Hylaea, que nos había traído la luz de su padre Cnoüs. El

          auto  había  dejado  de  celebrarse  tras  la  destrucción  de


          Orithena  y  la  diáspora  de  los  teores  supervivientes

          durante la Peregrinación. Pero mucho más tarde, cuando

          esos  teores  se  retiraron  a  los  cenobios,  sante  Cartas  lo


          aprovechó para anclar la liturgia que desde entonces se

          practicó  durante  toda  la  Antigua  Edad  Cenobítica.  Una


          vez  más,  dejó  de  usarse  durante  la  Dispersión  a  los

          Nuevos Periklynes y la Era Práxica que siguió, pero luego,

          después de los Hechos Horribles y la Reconstitución, fue


          revivido, con una nueva forma, centrada en el proceso de

          dar cuerda al reloj.

            Del  Anatema  de  Hylaea  existían  miles  de  versiones


          diferentes, ya que era probable que todo avoto compositor

          probase  con  él,  al  menos  una  vez  en  la  vida.  Todas  las

          versiones  empleaban  las  mismas  palabras  y  tenían  la


          misma estructura, pero eran tan diversas como las nubes.



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