Page 49 - Anatema - Neal Stephenson
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Mirando hacia arriba, podíamos ver hasta el doble de
altura, hasta la mismísima punta del Præsidium, donde se
asentaba el astrohenge. Ocupamos nuestras posiciones,
señaladas por manchas de resina.
En la pantalla del Primado se abrió una puerta, por la que
salió un hombre ataviado con una túnica mucho más
compleja que la nuestra, y de color púrpura, para indicar
que era un jerarca. Aparentemente el Primado estaba
ocupado —probablemente también se estuviese
preparando para Apert—, por lo que había enviado a uno
de sus asistentes. Tras él salieron otros jerarcas. Fra
Delrakhones, el Guardián Fensor, se sentó en su silla, a la
izquierda de la del Primado, y sur Trestanas, la Guardiana
Regulante, se sentó a la derecha.
Quince fras y sures de túnica verde—sopranos,
contraltos, tenores, barítonos y bajos, tres de cada—
salieron de la pantalla de los Unarios. Les tocaba dirigir el
cántico, lo que probablemente implicaba que cabía esperar
una actuación poco convincente, incluso contando con que
habían tenido casi un año para ensayarla.
El jerarca pronunció las palabras iniciales del auto y
luego le dio a la palanca que activaba el movimiento de
Provenir.
Como te diría el reloj, si supieses leerlo, todavía nos
quedaban dos días de tiempo ordinal. Es decir, no se
estaba celebrando ningún festival o fiesta, y por tanto la
liturgia no se centraba en ningún tema en particular. En
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