Page 51 - Anatema - Neal Stephenson
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antigüedad, del mismo material que el corazón de Arbre.
Durante las casi veinticuatro horas transcurridas desde la
celebración del último Provenir, había descendido hasta
casi llegar al suelo; podríamos haberla tocado con la punta
de los dedos. Casi todo el tiempo descendía al mismo
ritmo, ya que era responsable de mantener en marcha el
reloj. Pero a la puesta de sol y al amanecer, cuando debía
suministrar potencia para abrir y cerrar la Puerta de Día,
caía a tal velocidad que un observador que no supiese lo
que pasaba habría salido corriendo a refugiarse.
Había otras cuatro pesas al final de otras tantas cadenas
que se movían independientemente. No eran tan
llamativas porque no colgaban justo en el centro y no se
movían demasiado. Se desplazaban sobre raíles metálicos
fijados a los cuatro pilares del Præsidium. Cada pesa era
un poliedro regular —un cubo, un octaedro, un
dodecaedro y un icosaedro— de piedra volcánica negra
extraída de los acantilados de Ecba y que había llegado en
trenes trineo del Polo Norte. Cada una de esas pesas subía
un poco cada vez que se daba cuerda al reloj. El cubo
descendía una vez al año para abrir la Puerta de Año, y el
octaedro, cada diez años para abrir la Puerta de Década,
por lo que ambos estaban ya muy cerca de la parte
superior de sus respectivos trayectos. El dodecaedro y el
icosaedro ejecutaban la misma función para la Puerta de
Siglo y la Puerta de Milenio, respectivamente. El primero
estaba como a nueve décimas partes de altura, y el
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