Page 87 - Anatema - Neal Stephenson
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—Orolo  es  un  teorético  impresionante  —dijo  fra


          Corlandin—. Lamento no haber mantenido más subvides

          con él.

            El  fallo  lógico  era  evidente:  lo  más  probable  era  que


          Corlandin pasara sesenta o setenta años más en el mismo

          cenobio que Orolo. Si realmente era sincero, ¿por qué no

          se  limitaba  a  tomar  su  cuenco  de  guiso,  atravesar  el


          Refectorio y sentarse en la mesa de Orolo?

            Por suerte, yo tenía la boca llena de pan y no sometí a fra

          Corlandin a un ataque fulminante de análisis thelenesano.


          Masticar la comida me dio tiempo para comprender que

          lo  suyo  no  era  más  que  una  forma  de  ser  cortés.  Los


          edharianos nunca hablaban de aquel modo. Pasar tanto

          tiempo  rodeado  de  edharianos  me  había  hecho  olvidar

          cómo se hacía.


            Intenté despertar las zonas de la mente que se emplean

          para  ese  estilo  de  conversación  cortés:  probablemente


          además fuese conveniente, estando tan cerca de Apert.

            —Estoy seguro de que sería fácil subvidar con Orolo, si

          te sientas cerca de él y dices algo erróneo.


            Fra Corlandin me rio la gracia.

            —Me  temo  que  sé  tan  poco  sobre  las  estrellas  que  ni

          siquiera podría decir algo erróneo.


            —Bien,  hoy  por  una  vez  ha  dicho  algo  que  no  estaba

          relacionado con las estrellas.

            —Eso  he  oído.  ¿Quién  habría  supuesto  que  nuestro


          cosmógrafo era un entusiasta de las lenguas muertas?



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