Page 999 - Anatema - Neal Stephenson
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—Pronto demostraremos nuestra valía —dijo Arsibalt,
empuñando un enorme cuchillo como si fuese un guerrero
bárbaro llamado a un combate singular—. Esta cocina,
vuestros productos, vuestros cortes de carne… para
nosotros todo es extraño. —Luego, como si dijésemos
«hablando de extrañezas…», Arsibalt y yo miramos una
cazuela pesada, que habíamos relegado al extremo más
lejano de la cocina con la esperanza de que los vapores que
emitía apestasen menos si venían de más lejos.
Sur Tris removía las brasas y añadía trocitos de leña
como si estuviese dedicándose a la cirugía cerebral. Nos
habíamos burlado de ella hasta que nuestros intentos por
hacer lo mismo habían acabado con el resultado que uno
asocia con la guerra nuclear. Ahora la observábamos
contritos.
—Es un poco raro que Madame Secretaria empiece
diciendo que el Mensal es una trampa para perdedores —
dije.
—Oh, no estoy de acuerdo. ¡Lo hace muy bien! —
exclamó Tris—. Intenta motivarlos. —Tris era gordinflona
y no muy atractiva, pero al haberse criado en un cenobio
poseía la personalidad de una chica hermosa.
—Me pregunto cómo le sentará eso a mi decán —dije—.
Nada le gustaría más que que se cancelase para poder irse
a cenar con la gente importante.
Sonó una campana. Nos giramos para mirar. Había siete
campanillas montadas en la pared, una encima de cada
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