Page 214 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
P. 214

sino que cada vez eran más cortas.

                Y el resto de la cerca, que debió ponerse en actividad

         sincrónicamente, permanecía muerto.

                A Adams no le gustó, ni tampoco al contramaestre, que


         empezó a gritar en demanda de más personal, pero impartió

         contraorden  cuando  Nevski,  un  individuo  flemático,  se

         rascó la barbilla y dijo simplemente:

                —Esa  basura  de  continuador  debe  estar  haciendo


         cortocircuito otra vez —y se marchó hacia el mecanismo de

         contralor del cercado, al otro lado del transmisor.

                Adams y el contramaestre fueron tras él, quizás, como


         calculamos más tarde, salvando sus vidas al proceder así.

                Observaron, mientras bajaba refunfuñando al foso que

         servía de alojamiento a la máquina y comenzaba a hurgar.


         Después  de  unos  minutos,  Adams  le  preguntó  si  no  le

         parecía necesario mandar buscar a Quinn, pero Nevski, con

         esa tozuda independencia típica de todos los ayudantes de

         ingenieros, se limitó a escupir en la arena y preguntar:


                —¿Qué puede hacer él que no pueda hacer yo?

                Entonces se acercó corriendo a Adams el cadete Grey.

         Estaba jadeante y casi dejó caer su fusil al saludar.

                —Novedad  en  mi  puesto,  señor…  —dijo  y  a


         continuación  siguió  toda  la  fórmula  militar—.  Lo  oí  de

         nuevo, señor. ¡La respiración! ¡Pasó junto a mí! ¡Pero no hay

         nada  allí!  ¡No  hay  nada!  —Su  voz  se  iba  elevando





                                                                                                          214
   209   210   211   212   213   214   215   216   217   218   219