Page 215 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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demasiado.
Adams rugió:
—¿Dónde? ¿Dónde está su puesto? Apúrese, hombre.
Pero el muchacho no iba a responder. Porque, por
encima de sus palabras, se oyó el alarido…
Vino del lado de la nave y, cuantos estaban fuera de ella,
centinelas, mecánicos, Adams y el contramaestre, todos lo
oyeron.
Fué el alarido terrible de un hombre aterrorizado y
agonizante. Quedó suspendido en el aire silencioso durante
un instante intolerable, y luego se extinguió. Después, el
silencio pareció aún mayor que antes.
Era Alonso Quinn quien había gritado y fué Adams
quien halló lo que quedaba de él…
Lo vi sólo minutos más tarde, después que Grey vino a
golpear a la puerta de la enfermería.
El cadete estaba en tal estado, que apenas podía
articular, y fué sólo sabiendo que Quinn estaba muerto
cuando salí corriendo de la nave y di la vuelta hasta la
pequeña tronera de su taller. Sobre mi cabeza aullaba la
sirena de alarma del intercomunicador, seguida de una voz
que daba órdenes. Y el reflector se encendió a todo su poder,
comenzando a pasear su haz luminoso por el desierto.
No había nadie con los restos de Alonso Quinn cuando
llegué a ellos y, cirujano avezado y todo, tuve dificultad
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