Page 217 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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pseudo cortocircuito. Y llevaban directamente hasta la nave,

         dando vuelta en su tomo hasta llegar a la tronera del taller

         de Quinn.

                Allí  se  retenían.  Aquello  que  las  hubiera  producido,


         tenía que haber pasado a no más de seis pies de Adams,

         atravesado              entre         dos        centinelas            que        patrullaban

         constantemente y cruzado todo el campo visual del artillero

         apostado en el cañón de retaguardia.


                Pero no se había visto nada; y las huellas habían surgido

         de la nada, se habían disuelto en la nada…

                Y ahora, los tres oficiales sobrevivientes del Crucero C‐


         57‐D, de Planetas Unidos, se miraban unos a otros, a través

         de la desnuda mesa del comedor.

                Adams dijo:


                —Me  he  decidido.  Nos  vamos.  Está  claro  que  mi

         obligación  es  llevar  a  Morbius  de  vuelta.  En  cuanto

         amanezca, comenzaremos la tarea de colocar ese núcleo en

         la nave, otra vez. Ahora que no está Alonso, va a llevar… —


         se  detuvo  para  calcular—  tal  vez,  doce  horas.  Pero

         podríamos  ser  atacados  de  nuevo  mientras  estamos

         trabajando. ¿Alguna sugestión? —preguntó.

                Se  oyó  un  urgente  llamado  a  la  puerta  y  entró  el


         contramaestre. Se notaba a las claras que era portador de

         más noticias desagradables, pero su porte era muy militar y

         muy correcto.





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