Page 220 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
P. 220
Adams inquirió:
—Bueno, veamos, ¿de qué está usted hablando?
—No estoy seguro de saberlo —repliqué—, pero, en fin,
aquel mono no era posible. No debió vivir. De acuerdo con
mi ciencia, ni siquiera vivió. Y, sin embargo, lo vimos vivir.
¡En rigor de verdad, lo matamos y lo oímos morir!
—¿Qué está tratando de hacer? ¿No puede hablar
inglés? —preguntó Farman, casi gritando. Supongo que
nuestros nervios estaban llegando a su máxima tensión.
—Muy bien —admití—. En palabras sencillas, para el
profano, el tití carecía de los órganos necesarios para vivir.
Por dentro, era una pesadilla para un biólogo. Un corazón y
sólo dos arterias principales. No tenía estómago, ni
intestinos; nada más que un conducto único. No había
sistema venoso. Una cavidad torácica, pero sin pulmones.
—Me di cuenta de que estaba golpeando la mesa—. Y nada
de sistema glandular. ¿Se dan cuenta? ¡No tenía
glándulas!… ¡Y todo acolchado, rellenado, con una masa de
tejido fibroso, sin más utilidad que un relleno de algodón!
No sé cuánto de mi propio horror conseguí
transmitirles, pero, por lo menos, me escuchaban. Y hasta
pensaban. Porque Farman me preguntó:
—¿Y el cerebro?
—No sé —le contesté—. No había empezado con la
cabeza. —Lo pensé y luego continué—: No estoy seguro de
220

