Page 223 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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encubrir la misma clase de temores que yo estaba
experimentando.
Pasamos por entre las rocas y descendimos al valle. Por
vez primera, Gabby se sintió movido a hablar. Miró el
panorama, plácido a la luz de la luna y dijo:
—Bastante lindo —y después de ese esfuerzo recayó en
un silencio que duró hasta que nos detuvimos en el patio.
No había luz alguna tras la ventana; ningún signo de
vida. Y ningún sonido proveniente de parte alguna.
Le dije que esperara un minuto, me bajé y crucé el patio
en dirección a la puerta. Al llegar a ella, me pareció que veía
algo moverse entre los arbustos que bordeaban la carretera.
Reprimí un violento sobresalto, miré atentamente y llegué a
la conclusión de que mis ojos —y mis nervios— me habían
jugado una mala pasada.
Probé la puerta y encontré que estaba abierta. No quería
hacer ningún ruido y correr el riesgo de asustar a Altaira, de
manera que volví al tractor y le hablé a Gabby en voz baja.
—Todo anda bien —le dije—. Puede regresar. Gracias.
Movió la cabeza en señal de asentimiento, extrajo su
pistola de la funda y la colocó en el asiento. Luego, estiró la
mano y probó el seguro de la Colt‐Vickers manual, colgada
en el respaldo. Miró el frente de la casa con ojo apreciativo.
—Quedaría bien con las luces encendidas —opinó.
Esbozó un gesto, mitad despedida, mitad saludo
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