Page 228 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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medida que me acercaba a él. Hubo una ligera contracción

         de las pupilas, pero nada más. Me senté junto a él otra vez

         y nuevamente murmuró algo acerca de no dormir. Tomé su

         muñeca, y, cuando me dejó levantarla y retirarle la manga,


         tuve la convicción de que todo iba bien. Cuando la aguja lo

         pinchó, parpadeó y sus ojos se volvieron hacia mí. Pero no

         se  movió.  No  creo  que  pudiera:  la  lucha  que  había

         desarrollado  contra  el  soporífero  había  agotado  toda


         reserva de energía en él, excepto la terrible determinación

         de quedarse despierto.

                Retiré, delicadamente, la aguja y dije:


                —No  se  aflija,  no  volverá  a  dormirse.  —Me  quedé

         observando su rostro.

                En pocos segundos la tensión de los músculos comenzó


         a relajarse. En unos más lucía la sonrisa feliz, como la de un

         Buda, que el Hesperidol parece siempre producir. Hice seña

         a  Altaira  de  que  saliera  y  ella  lo  hizo  despacio,  mirando

         constantemente  hacia  atrás,  a  su  padre.  Le  acomodó  las


         almohadas  y  lo  dejé,  todavía  sonriendo,  los  ojos  bien

         abiertos.

                Me reuní con Altaira en el pasillo. Llevaba ella una larga

         bata de entrecasa y su cabello caía suelto sobre los hombros.


         Parecía una hermosa, pero muy atemorizada criatura. Puse

         mi mano sobre su brazo y se lo oprimí, con intención de

         reconfortarla, al tiempo que le explicaba que, lo que acababa





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