Page 226 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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Llegué  allí  en  tres  zancadas,  pero  no  sin  antes  haber

         oído la voz de Altaira. No percibí las palabras, pero el tono

         era bajo, más bien desesperado, suavizante. Luego, Morbius

         volvió a proferir incoherencias y, cuando alcancé la puerta,


         lo vi luchando con Altaira.

                Me  vió,  dejando  a  su  hija,  vino  hacia  mí,  moviendo

         desacompasadamente  las  manos.  Gritaba  algo  así  como:

         “No quiero dormir… no quiero dormir…” Sus movimientos


         eran espasmódicos y mal coordinados y sus ojos mostraban

         que estaba todavía bajo la influencia de la droga; tanto era

         así, que resultaba sorprendente que pudiera estar en pie.


                Altaira se sobresaltó al verme, mirándome como si yo

         fuera una visión. Pero no tuve tiempo de hablarle. Estaba

         demasiado ocupado con su padre. Esquivé el encontronazo


         y le tomé las muñecas en la forma que uno aprende cuando

         practicante y no se olvida jamás.

                Luchó  con  fuerza.  Pero,  narcotizado  como  estaba,  no

         tenía gran energía y no me costó mucho llevarlo hasta la


         cama y sentarlo al borde de la misma.

                Se cerraron sus ojos y la cabeza cayó hacia un lado; pero,

         cuando lo acomodé bien sobre las almohadas y empecé a

         levantarle  los  pies,  lo  sacudió  una  especie  de  temblor


         convulsivo  y  se  irguió  de  nuevo,  peleando  conmigo  y

         profiriendo una Babel de palabras, de las cuales sólo pude

         distinguir “no” y “dormir”.





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