Page 227 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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Altaira vino en mi auxilio. Estaba temblando y tenía el

         rostro  mojado  por  las  lágrimas.  Pero  estaba  lo

         suficientemente serena como para ejecutar mis indicaciones,

         y,  antes  de  mucho,  lo  tuvimos  medio  sentado,  medio


         acostado, de través en la cama.

                Su cabeza descansaba contra la pared y, aunque estaba

         inmóvil,  tenía  los  ojos  abiertos.  Era  curioso  cuando  no

         estaba del todo echado, parecía más tranquilo. Quizás fuera


         porque,  de  esa  manera,  mediante  algún  esfuerzo

         sobrehumano, podía evitar el quedarse otra vez dormido.

                Me puse de pie, despacio y con mucho cuidado. No se


         movió. En voz muy baja, le dije a Altaira:

                —Quédese donde está. No tardaré un minuto…

                Sus ojos azules me miraron en agónica súplica y yo le


         sonreí,  tratando  de  devolverle  la  confianza.  Al  salir  al

         corredor,  encontré  a  Robby  donde lo  dejara.  Lo  mandé  a

         traerme mi mochila.

                Volví y me quedé parado en la puerta del dormitorio de


         Morbius, de manera que Altaira me viera. Su padre no se

         había movido; pero sus ojos continuaban abiertos.

                Robby regresó y le tomé el bolsón, del cual saqué mi

         botiquín  de  emergencia  y  cargué  una  jeringa  con  un


         centímetro cúbico de Hesperidol.

                Oculté  la  jeringa  en  la  palma  de  la  mano  y  entré  de

         nuevo en la habitación, observando los ojos de Morbius a





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