Page 52 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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—Perfecto  —dijo  Quinn  y  agregó—:  ¡Buena  suerte!

         marchándose  de  inmediato.  Le  oí  gritarle  órdenes  al

         contramaestre, mientras seguía a Adams y a Farman hasta

         donde se hallaba el Robot.


                Los alcancé en el momento que Adams se detenía y le

         decía:

                —Bobby —y las luces se volvieron a encender con la

         intensidad de la primera vez—, estamos prontos para ir a


         ver al doctor Morbius.

                —Gracias  —respondió  la  voz  metálica—.  Hagan  el

         favor de seguirme.


                El Robot dió media vuelta y empezó a caminar, con su

         paso de sonámbulo, hacia su vehículo.

                Mientras  íbamos  tras  él,  me  volví  y  miré  hacia  atrás.


         Con  excepción  de  tres  centinelas,  no  se  veía  a  nadie.  La

         brillante nave yacía como algo extraño sobre la arena roja,

         con la luz verde‐azulado reflejándose sobre su caparazón y

         los  pináculos  de  roca  azul‐grisácea  sirviéndole  de  marco


         alrededor.  Todo  estaba  allí…  todo  era  real…  y  todo

         resultaba completamente inverosímil.

                Y,  colmando  las  improbabilidades,  aquí  estaba  yo

         Charles Xavier Ostrow, a punto de viajar por el fantástico


         desierto, en un absurdo tílburi, piloteado por una caricatura

         mecánica de un ser humano, acompañado de dos jóvenes

         osados y en procura de algo, alguien, algún sitio o situación





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