Page 93 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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ligeramente la frente, con aire de extrañeza.
—No… no lo sé —respondió—. Aquí… —señaló con un
gesto—, sólo hay los que ustedes han visto… Cuando yo era
pequeñita, no… no creo que estuvieran aquí. Pero luego…
bueno, vinieron.
Nos encontrábamos ya en el patio, ahora. De repente, la
muchacha se nos adelantó corriendo y abrió la gran puerta.
Farman iba a sólo un paso de ella y yo los seguí al salón. Oí
la voz de Adams antes de verlo. Había algo raro en sus
inflexiones y Altaira, que iba delante, se paró, de golpe,
sorprendida.
Penetré más en el salón y vi a Morbius y a Adams
todavía delante de la ventana abierta. Adams estaba
sentado en el brazo de un sillón y en la mane tenía su
radiotelevisor miniatura, que había desprendido del
cinturón.
Estaba en comunicación con nuestra nave. En ese
momento dejó de hablar y movió el pequeño cilindro en
derredor, para que pudiera captar la escena en torno suyo.
Me imaginé a Alonso Quinn frente a la gran pantalla, con
todos los de la tripulación que no estuvieran de guardia
agolpándose detrás suyo para ver.
Adams acercó el diminuto aparato a su boca.
—Ahí tiene —dijo—. ¿Se da cuenta de que estamos
bien?
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