Page 164 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
P. 164
divisiones y sin Morlocks, pero también bastante
normal. En medio de aquella área había una
cámara pequeña, una caja de paredes
transparentes un poco más alta que yo —como un
ascensor— que estaba apoyada sobre el Suelo
estrellado.
A un gesto de Nebogipfel, me metí en el
compartimiento. Nebogipfel me siguió, y tras
nosotros se selló con un silbido la puerta
diafragma. El compartimiento era más o menos
rectangular, y las esquinas y bordes redondeados
le daban el aspecto de una losange. No tenía
muebles; había, sin embargo, barras verticales
colocadas a intervalos alrededor de la cabina.
Nebogipfel colocó los dedos alrededor de una de
las barras.
—Debería prepararse. Durante el lanzamiento el
cambio de gravedad efectiva es bastante brusco.
¡Esas tranquilas palabras me parecieron
inquietantes! Los ojos de Nebogipfel, oscurecidos
por las gafas, me miraban con su mezcla usual y
desconcertante de curiosidad y análisis; y vi que
apretaba los dedos alrededor de la barra.
Y luego —sucedió con mayor rapidez de la que
puedo contar— el Suelo se abrió. El
compartimiento cayó de la Esfera, ¡llevándonos a
Nebogipfel y a mí con él!
Grité, y me agarré a una barra como un niño a las
piernas de su madre.
164

