Page 167 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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necesitaban ni cohetes ni cañones para alcanzar
velocidades interplanetarias. Se limitaban a dejar
caer la cápsula de la Esfera y la rotación hacía el
resto.
Y eso es lo que habían hecho con nosotros. A esa
velocidad, me dijo el Morlock, alcanzaríamos la
Tierra en sólo cuarenta y siete horas.
Exploré la cápsula, pero no pude descubrir ningún
rastro de cohetes a otro dispositivo motor. Flotaba
en la cabina sintiéndome enorme y torpe; la barba
se alejaba de mi cara como una nube gris, y la
chaqueta insistía en enrollarse alrededor de los
hombros.
—Comprendo el principio del lanzamiento —le
dije a Nebogipfel—. ¿Pero cómo se dirige la
cápsula?
Vaciló durante unos segundos.
—No se dirige. ¿No ha comprendido lo que le he
dicho? La cápsula no precisa de fuerza motora,
porque la velocidad de la Esfera...
—Sí —dije ansioso—, eso lo entiendo. Pero ¿qué
pasa si nos damos cuenta de que nos salimos de
rumbo por un error de cálculo y que no llegaremos
a la Tierra?
Había comprendido que el más pequeño error en
la Esfera, incluso una fracción de grado de arco,
podría —gracias a las grandes distancias
interplanetarias— hacer que pasásemos a millones
de millas de la Tierra, para vagar luego,
presumiblemente, eternamente por el vacío entre
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