Page 169 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
P. 169
paralizado por el miedo! No podía acostumbrarme
a la transparencia de las paredes ni a la idea de
que, una vez lanzados, no pudiésemos variar la
trayectoria. El viaje parecía una pesadilla: una
caída infinita por la oscuridad y sin medios de
ajustar la situación para salvarme. Y ahí tienen, en
un detalle, la diferencia fundamental entre la
mente de los Morlocks y la de los humanos. ¿Qué
hombre confiaría su vida a un viaje balístico a
través del espacio interplanetario sin medio para
alterar su curso? Pero ésos eran los modos de los
nuevos Morlocks: después de medio millón de
años de continua perfección tecnológica, el
Morlock se confiaba sin dudarlo a sus máquinas,
porque sus máquinas nunca le fallaban.
¡Pero yo, pensé, no soy un Morlock!
Sin embargo, poco a poco mi ánimo se calmó.
Dejando de lado el lento giro de la cápsula, que
siguió durante todo el viaje hasta la Tierra, las
horas pasaban en quietud y silencio, que sólo
quedaban rotos por los silbidos de la respiración
de mi compañero Morlock. El vehículo era
tolerablemente cálido, por lo que me encontraba
físicamente confortable. Las paredes estaban
hechas con el material del Suelo, y, al toque de
Nebogipfel, nos proveían de comida, bebidas y
otras necesidades, aunque la selección era más
limitada que en la Esfera, que poseía una Memoria
mucho mayor que la cápsula.
169

