Page 297 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Aun así, a pesar de la tosquedad e
impaciencia evidentes en su construcción, y
lo desolador de su propósito, la Bóveda me
impresionaba. Porque había sido construida
con simples piedras y colocada sobre la
arcilla de Londres con poco más que la
tecnología de mi época; aquella construcción
colgante me resultaba más increíble que
todas las maravillas que había visto en el año
657.208 D.C.
Seguíamos viajando, pero estaba claro que
nos acercábamos al final, porque el tren se
movía muy despacio. Vi que las tiendas
estaban abiertas, pero apenas había luz en los
escaparates; los maniquíes llevaban las ropas
monótonas de la época y los clientes miraban
por los cristales remendados. Ya casi no
quedaban lujos en aquella larga y amarga
guerra.
El tren se detuvo.
—Hemos llegado —dijo Bond—. Esto es la
Puerta de Canning: a sólo unos minutos del
Imperial College.
El soldado Oldfield abrió la puerta del
vagón. Hizo un «pop», como si la presión de
la Bóveda fuese mayor. El ruido nos inundó.
Vi más soldados, vestidos con ropa de
batalla de infantería, que nos esperaban en la
plataforma.
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