Page 300 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Giramos en Gloucester Road. Había mucha
gente allí, en la carretera y en el asfalto, y el
sonido de las bicicletas era una nota alegre
entre la tristeza general. Nuestra segura
expedición —y el traje extravagante de
Moses en particular— recibió muchas y
atentas miradas, pero nadie se acercó o nos
habló. Había muchos soldados por los al‐
rededores, con uniformes como los de la
tripulación del Juggernaut, pero la mayoría
de los hombres vestía trajes que —si bien
algo monótonos y no muy bien cortados—
no hubiesen desentonado en 1891. La
mujeres llevaban faldas delicadas y blusas,
sencillas y funcionales, y lo único
sorprendente era que las faldas eran bastante
altas, unos tres o cuatro pulgadas por encima
de la rodilla, ¡por lo que había más
pantorrillas y talones femeninos en unas
pocas yardas que los que había visto en toda
mi vida! (Esto último no me resultaba tan
interesante, en contraste con tantos cambios
de fondo; pero por lo visto, fascinaba
bastante más a Moses, a juzgar por las
miradas poco caballerosas que lanzaba.)
Pero, uniformemente, todos los peatones
llevaban las extrañas charreteras de metal, y
todos cargaban, incluso en el calor del
verano, con bolsas de lona que contenían las
máscaras antigás.
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