Page 402 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Me  apoyé  con  las  manos  e  intenté


                  levantarme,  pero  tenía  sangre  —mía  o  del


                  Morlock—  en  las  palmas  y  resbalé.  Volví  a

                  chocar  con  el  suelo  duro,  y  me  golpeé  de


                  nuevo la cabeza con el banco.


                  Caí en una profunda fatiga. El dolor de mis


                  actividades durante el bombardeo, contenido

                  por  la  carrera  en  la  que  me  había  visto  en‐


                  vuelto,  cayó  vengativamente  sobre  mí.  Dejé


                  descansar la cabeza sobre el suelo de metal y

                  cerré los ojos.


                  —De  qué  sirve,  ¿eh?  —pregunté  sin


                  dirigirme a nadie en particular.


                  Moses había muerto... perdido, con el profesor

                  Gödel,  bajo  toneladas  de  escombros  en  un


                  laboratorio  destruido.  No  tenía  ni  idea  si  el


                  Morlock estaba vivo o muerto; tampoco me

                  preocupaba.  Que  el  coche  del  tiempo  me


                  llevase al pasado o al futuro; que viajase por


                  siempre,  ¡hasta  que  se  estrellase  contra  los


                  muros  del  Infinito  y  la  Eternidad!  Que  ése

                  fuera el fin. Ya no podía hacer más.


                  —No  merezco  ni  la  vela  —murmuré—.  No


                  merezco ni la vela...

                  Creí  sentir  unas  manos  suaves  sobre  las


                  mías,  el  roce  del  pelo  contra  la  cara;  pero


                  protesté,  y  —con  las  fuerzas  que  me


                  quedaban aparté las manos.

                  Me  hundí  en  una  profunda  oscuridad  sin


                  sueños.



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