Page 399 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Luego caíamos en las tinieblas.
El coche tembló.
—¡Abajo! —gritó Moses.
Yo me escondí y una lluvia de pedruscos,
bastante letal, golpeó la parte exterior del
coche del tiempo.
Nebogipfel se adelantó; podía sentir su olor.
Me agarró el hombro con una mano suave.
—Cierre el circuito —dijo.
Miré por los ventanucos hacia, por supuesto,
la oscuridad más absoluta.
—¿Qué hay de Gödel? —grité—. ¡Profesor!
No hubo respuesta. Oí un crujido, bastante
ominoso, que venía de arriba, y hubo un
ruido de más fragmentos que caían.
—Cierre el circuito —dijo urgente
Nebogipfel—. ¿No lo oye? El techo se
desmorona. ¡Moriremos aplastados!
—Iré a buscarlo —dijo Moses. Oí, en la más
absoluta oscuridad, cómo las botas
golpeaban el coche al intentar salir por la
parte de atrás de la cabina—. Está bien, tengo
más velas... —Su voz se desvaneció al llegar
a la parte de atrás, y oí sus pasos sobre el
suelo cubierto de escombros ... .
Y entonces hubo un crujido inmenso, como
un jadeo grotesco, y un torrente que venía de
arriba. Moses gritó.
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