Page 401 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
P. 401
Intenté subirme al asiento, pero me caí al
suelo y me golpeé cabeza y hombros contra
uno de los bancos de madera. La mano me
dolía por el mordisco del Morlock.
Una luz blanca llenó la cabina, echándose
sobre nosotros en una explosión silenciosa.
Oí gritar al Morlock. Mi visión era borrosa,
dificultada por los pelos ensangrentados de
mis mejillas y cejas. Por la puerta trasera y
los ventanucos un brillo pálido y uniforme
penetró en la cabina; al principio parpadeé,
pero pronto se estabilizó en un brillo
grisáceo. Me pregunté si había habido una
nueva catástrofe: quizás el taller hubiese sido
arrasado por las llamas...
Pero pronto comprendí que la luz era
demasiado estable y neutral para eso.
Comprendí que ya habíamos avanzado
mucho más allá del laboratorio bélico.
El brillo era, por supuesto, luz diurna,
convertida en monótona y aburrida por la
superposición, demasiado rápida para
seguirla con el ojo humano, de días y noches.
Habíamos caído ciertamente en el tiempo. El
coche —aunque tosco y poco equilibrado—
operaba correctamente. No sabía si caíamos
al pasado o al futuro, pero el coche ya nos
había llevado a un periodo más allá de la
existencia de la Bóveda de Londres.
401

