Page 512 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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dipterocarpos en montones de troncos
desnudos y quemados, como un inmenso
paquete de cerillas. La corteza de los árboles
estaba dañada; y la luz llegaba hasta el suelo
y era más intensa de lo habitual. Pero aun
así, el bosque seguía siendo un lugar de som‐
bras; y el brillo púrpura de aquella letal
explosión continua daba un tono enfermizo a
los restos de árboles y fauna.
No era sorprendente que los animales y
pájaros supervivientes —incluso los
insectos— hubiesen huido del bosque
herido. Caminábamos en una quietud
extraña que sólo rompían nuestros propios
pasos y la respiración continua y caliente del
pozo de fuego de la bomba.
En algunos lugares la madera caída estaba
todavía tan caliente como para producir
vapor e incluso emitir un brillo rojizo, y
pronto los pies se me llenaron de
quemaduras y ampollas. Me até hierbas a las
plantas de los pies para protegerlas, y
recordé que había hecho lo mismo para salir
del bosque que había quemado en el año
802.701. Varias veces nos encontramos el
cadáver de algún pobre animal que había
quedado atrapado en un desastre más allá de
su comprensión; a pesar del fuego, el proceso
de putrefacción del bosque trabajaba vi‐
gorosamente, y tuvimos que soportar la
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