Page 513 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
P. 513
peste de la podredumbre y la muerte
mientras caminábamos. En una ocasión pisé
los restos licuados de alguna pequeña
criatura —creo que era un Planetetherium— y
el pobre Stubbins tuvo que esperarme
mientras yo, disgustado, raspaba los restos
del animal de la planta del pie.
Después de una hora más o menos, llegamos
hasta una forma inmóvil y encorvada en el
suelo del bosque. El olor era tan intenso que
me vi obligado a ponerme lo que quedaba
del pañuelo sobre la nariz. El cuerpo estaba
tan quemado que al principio pensé que era
el cadáver de una bestia —una cría de
Diatryma quizá—, pero luego oí la
exclamación de Stubbins. Fui a su lado; allí
vi, al final de un miembro ennegrecido
extendido por el suelo, la mano de una
mujer. La mano, por algún sorprendente
accidente, no había sido dañada por el fuego;
los dedos estaban doblados, como si
durmiese, y un pequeño anillo de oro
brillaba en el anular.
El pobre Stubbins se metió entre los árboles y
le oí vomitar. Me sentí tonto, impotente y
desolado al estar en medio de aquel bosque
destruido con las cáscaras llenas de agua
colgándome del cuello.
—¿Qué hacemos si todo es así, señor? —me
preguntó Stubbins—. Ya sabe, así. —No
513

