Page 587 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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frío,  aunque  me  temo  que  sin  demasiado


                  éxito. Sabía que, debido a nuestra velocidad


                  por el tiempo, nuestro viaje no duraría más

                  de treinta horas en total, ¿pero qué sucedería


                  si  la  plattnerita  alemana  o  el  diseño  de


                  Nebogipfel  estaban  mal?  Podría  quedar


                  atrapado,  congelándome  lentamente,  en

                  aquella dimensión atenuada para siempre, o


                  saltar en cualquier momento al hielo eterno.


                  Creo que me dormí... o me desmayé.




                  Creí  ver  al  Observador—la  gran  cabeza


                  ancha— flotando frente a mis ojos, y más allá


                  de  su  carcasa  sin  miembros  podía  ver  las

                  elusivas  estrellas  teñidas  de  verde.  Intenté


                  coger las estrellas, porque me parecían muy


                  brillantes y cálidas; pero no podía moverme

                  —quizá  lo  soñé  todo—  y  luego  el


                  Observador desapareció.


                  Finalmente,  con  un  bandazo,  la  potencia  de


                  la  plattnerita  se  agotó,  y  el  coche  cayó

                  nuevamente en la historia.


                  El brillo perlífero del cielo desapareció, y la


                  luz  pálida  del  Sol  se  apagó,  como  si  le

                  hubiesen dado a un interruptor: me encontré


                  en las tinieblas.


                  Los restos de nuestro calor del Paleoceno se


                  perdieron  en  el  cielo.  El  hielo  me  agarró  la

                  carne —parecía que me quemaba— y no po‐


                  día respirar, aunque no sabía si era por el frío



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