Page 589 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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tiempo.  Si  la  Luna  seguía  siendo  verde,  no


                  podía ser la fuente de ese brillo élfico. ¿Qué


                  entonces?

                  Con mis últimas fuerzas giré la cabeza. Y allí,


                  en  el  cielo  sin  estrellas  por  encima  de  mi


                  cabeza, había un disco brillante; una gasa ti‐


                  tilante, como tejida con telas de araña, de una

                  docena de veces el tamaño de la Luna llena.


                  Y,  tras  el  coche  del  tiempo,  aguardando


                  pacientemente en la planicie de hielo...

                  No podía verlo bien; me pregunté si no me


                  estarían  fallando  los  ojos.  Era  una  forma


                  piramidal,  de  la  altura  de  un  hombre,  pero


                  las  líneas  eran  difusas,  como  si  estuviesen

                  eternamente en movimiento.


                  —¿Estás  vivo?  —quise  preguntarle  a  la


                  terrible  visión.  Pero  mi  garganta  estaba

                  cerrada,  mi  voz  congelada,  y  no  pude


                  plantear más preguntas.


                  La oscuridad se cerró a mi alrededor, y el frío


                  retrocedió al fin.




































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