Page 610 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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incongruencia tan grande para Nebogipfel.
Sin embargo, en una habitación encontré un
objeto estrafalario: un artefacto en forma de
mesa de unos doce pies de largo y seis de
ancho, todo bordeado de una sustancia verde
brillante. La mesa era aproximadamente
rectangular, aunque los bordes tenían forma
irregular; una única bola —blanca, de algún
material denso— estaba en la superficie.
Cuando la empujé, la bola rodó bien, aunque
sin tapete se movía libre y caramboleó en los
bordes con satisfactoria solidez.
Intenté descubrir algún sentido profundo en
aquel artefacto; ¡pero por muchas vueltas
que le daba —y como habrán deducido por
mi descripción— no era más que una mesa
de billar! Al principio especulé con que se
tratase de otro eco distorsionado de una
habitación de hotel del siglo diecinueve, pero
si así era se trataba de una elección muy
extraña, y al no tener tacos y con una sola
bola era poco probable que se tratase de un
desafío deportivo.
Confundido, dejé la mesa y probé las puertas
y las ventanas. Las puertas funcionaban con
pomos, para agarrarlos y girarlos, pero lle‐
vaban a otras habitaciones de la misma suite
o a mi cámara original; no había salida al
mundo exterior. Descubrí, sin embargo, que
los paneles que cubrían las ventanas
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