Page 100 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–Se  te  pedirá  que  descargues  tu  peso  kármico  en  una


          forma inferior.

             –¿Tienes cifras disponibles respecto al porcentaje de los

          que fracasan en relación a los que prevalecen?


             –No tengas a menos mi omnisciencia –dijo Brahma, aho‐

          gando un bostezo con su cetro– si admito haber olvidado,


          en estos momentos, las cifras.

             Sam dejó escapar una risita.

             –¿Dices que necesitáis un jardinero ahí en la Ciudad Ce‐


          lestial?

             –Sí –dijo Brahma–. ¿Te gustaría hacerte cargo del trabajo?

             –No lo sé –dijo Sam–. Quizá.


             –¿O quizá no? –dijo el otro.

             –Sí, quizá no –admitió Sam–. En los viejos días no había


          todo ese trastear con la mente de un hombre. Si uno de los

          Primeros quería la renovación, pagaba el precio del cuerpo

          y era servido.


             –Ya no vivimos en los viejos días, Sam. La nueva era está

          al alcance de la mano.

             –Casi das a pensar que buscáis la extirpación de todos los


          Primeros que no están encuadrados en vuestras filas.

             –Un panteón tiene sitio para mucha gente, Sam. Hay un

          nicho para ti, si decides reclamarlo.


             –¿Y si no lo hago?

             –Entonces solicita tu cuerpo en la Mansión del Karma.


             –¿Y si elijo ser un dios?










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