Page 104 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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del mundo, destruyendo todo signo de progreso con el que


          tropiecen?

             –Eso no es cierto –dijo el dios–. Hablas como si deseára‐

          mos perpetuar esta carga de ser dioses, ¡como si buscára‐


          mos mantener una edad oscura a fin de gozar eternamente

          de la fatigosa condición de nuestra forzada divinidad!


             –En una palabra –dijo Sam–, sí. ¿Qué hay de la máquina

          automática de oraciones que tenéis arrellanada delante de

          este mismo Templo? ¿Puede emparejarse, culturalmente,


          con un carro?

             –Eso es diferente –dijo Brahma–. Como manifestación di‐

          vina, es contemplada con maravilla por los ciudadanos, y


          no es cuestionada por razones religiosas Es algo completa‐

          mente distinto a si fuera introducida la pólvora.


             –Supongamos que algún ateo local se apodera de una de

          ellas y la desmonta Y supongamos que ese ateo resulta ser

          un Thomas Edison. ¿Qué entonces?


             –Poseen combinaciones difíciles de abrir. Si alguien que

          no sea un sacerdote abre una, estallará, llevándoselo con

          ella.


             –Y observo que fuisteis incapaces de suprimir el redescu‐

          brirmento de la destilación, pese a que lo intentasteis. Así

          que decretasteis un fuerte impuesto sobre el alcohol, paga‐


          dero a los Templos.

             –La humanidad siempre ha buscado alivio en la bebida –


          dijo Brahma–. Generalmente ha figurado además, en algún

          lugar de sus ceremonias religiosas. Así implica menos cul‐

          pabilidad. Cierto, intentamos suprimirla al principio, pero




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